María Isabel Sañudo Guerra y Ruth Perales Ponce realizaron un artículo llamado aprender ciencia para un bien común en el cual se recuperan las ideas más relevantes de dos investigaciones que estudian el aprendizaje de las ciencias: la primera de tipo descriptivo y con carácter de diagnóstico, y la segunda de intervención. Y cuyos resultados son propuestas para mejorar el aprendizaje de las ciencias en el marco de la RIEB.
El objeto de estudio de la primera investigación fue el diagnóstico de las prácticas y los saberes científicos de los agentes educativos, esta contó con la participación de docentes y alumnos provenientes de 44 escuelas públicas y 15 privadas (profesores de preescolar, primaria y secundaria). Con relación al concepto de ciencia por parte de los profesores se encontró una gran diversidad de lo que es para cada uno, pero la mayoría de los profesores lo relacionaban con el método científico y que la ciencia se genera a partir de la necesidad de saber. Otra de las temáticas que se discutieron fue la enseñanza de la ciencia, en ella la mayoría de los docentes refieren que es necesario identificar los intereses de los alumnos, y que la ciencia debe estar contextualizada y representar una utilidad para los niños; reconocen que la enseñanza de las ciencias implica un cambio de actitud por parte de los docentes. Respecto a la forma de enseñanza, reconocen que centran su práctica en el aspecto teórico de la misma, aun cuando sus programas de estudios establecen que deben ser más prácticos; y que la evaluación es otro factor que determina la enseñanza ya que es eminentemente cuantitativa y no se consideran los valores que se desarrollan en el aprendizaje.
Con relación al aprendizaje de las ciencias, los docentes consideran necesaria la existencia de temas integradores; y que la falta de conocimiento de cómo aprende un alumno dificulta el proceso de aprendizaje. Los retos que los docentes identificaron como pendientes son los de la vinculación entre los niveles de educación básica y especialmente el fortalecimiento de la preparación del profesor.
Por su parte los alumnos relacionaron a la ciencia como un método de solución para la vida; pero hay quienes consideran la ciencia como algo dado y estático. Respecto de la enseñanza de las ciencias los estudiantes la relacionan con dos aspectos en primer lugar, la presión de parte de los maestros influye en que no se aprenda ciencia, aunque otros afirman que depende de las capacidades del alumno. Otros factores son las dificultades en el proceso de enseñanza por la falta de materiales y laboratorios, así como el uso limitado de la tecnología. En cuanto al aprendizaje de la ciencia, los estudiantes reconocen que existe una predisposición negativa hacia las ciencias.
Los resultados de la segunda investigación responden al objetivo de proponer mejores estrategias de articulación entre la formación científica en el aula y la divulgación de la ciencia; la metodología de investigación fue de tipo cualitativa de intervención educativa, en la que los participantes analizan su propia práctica y orientan su intervención a partir del desarrollo de proyectos científicos ciudadanos. Los docentes participantes realizaron un proceso de intervención educativa en dos momentos: el primero fue un acercamiento a la práctica a través de la videograbación, transcripción y análisis, en este proceso el docente encuentra los elementos de mejora, reconoce sus propias concepciones de ciencia. El segundo momento de la intervención es posterior al trabajo por proyectos, el cual les permite revisar qué propicio dicho trabajo e identificar que avances hubo en los estudiantes. Después se procede a la sistematización del proceso personal y de los alumnos y a la elaboración de un informe donde se recuperan los aprendizajes, las estrategias y las formas de comunicar la ciencia en la comunidad. El docente deja de ser observador del proceso y se convierte un actor que propicia en sus estudiantes el interés por la investigación, por los problemas sociales y por la participación como agentes de cambio. Por su parte los alumnos fungen como gestores y promotores del conocimiento que sirve de base para los problemas identificados.
El aprendizaje de la ciencia debe garantizar que los estudiantes se apropien de redes de significados científicos más allá de las palabras por sí mismas; significados con sentido y en contexto de aplicación específicos, donde reflexionen sobre ella. En el aula, en cada contenido procesado por los estudiantes, en todas las asignaturas, y especialmente en las científicas, debe estar implicada la discusión crítica, el análisis de las repercusiones sociales y ambientales, y las implicaciones éticas y religiosas. Las estrategias docentes deben considerar métodos innovadores que permitan no sólo el aprendizaje de contenidos científicos, sino el desarrollo de las habilidades propias de la ciencia y la tecnología.
Si logramos que lo que enseñamos
en las aulas se traslape en mejoras para la comunidad, habremos logrado que el
aprendizaje de los niños en realidad sea significativo, ya que se dará cuenta que esas mejoras fueron por su intervención.
Sin duda alguna para llegar a este punto, lo más
importante es que como docentes reflexionemos en cómo enseñamos ciencias, qué
entendemos sobre las ciencias y qué pretendemos enseñar de las ciencias; en
este proceso tenemos que buscar instrumentos que nos ayuden a nuestra práctica reflexiva, en el artículo se dio por medio de la videograbación, pero también lo podemos hacer con
nuestro diario de campo o con las rubricas que usamos para la evaluación de
nuestros niños; debemos buscar hacer más atractiva la enseñanza de las
ciencias, dejar de lado lo monótono en el aula, el aprender conceptos. Hay que
llevar a los niños a aprender ciencias
para poder aplicarlas en su vida cotidiana, ya que la escuela tiene como
principal función preparar a los alumnos para enfrentarse a los retos que las sociedad
les pone enfrente, ellos deben darse cuenta de que lo que aprenden en las aulas
pueden usarlo en su vida diaria.
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